Flags showing faces and logos of co-plaintiffs in the climate case against Shell

Por Donald Pols, Director de Amigos de la Tierra Países Bajos (Milieudefensie)

Por primera vez en la historia, un tribunal de Países Bajos responsabilizó a una empresa de ser causante del cambio climático peligroso, y eso es una victoria monumental para nuestro planeta y la justicia climática.

Shell tiene que reducir sus emisiones de CO2 por 45% en un plazo de 10 años. Este es un momento de inflexión en la historia. El veredicto acarrea enormes consecuencias para Shell y otras/os grandes contaminadoras/es a nivel mundial.

Hoy es uno de esos días en que podemos atrevernos a pensar que el poder popular puede frenar efectivamente el cambio climático descontrolado.

Pero hay muchos días que perdemos la esperanza cuando vemos las crisis sociales y ambientales que azotan al mundo, tanta opresión, destrucción ambiental y conflictos. Los problemas son tan grandes, tan complejos y están enraizados en intereses creados tan poderosos, que el cambio transformador necesario para combatir problemas como la crisis climática parece estar fuera de nuestro alcance. ¿Qué puede hacer un grupo o una persona cualquiera frente a tales desafíos?

La acción siempre es el mejor antídoto contra la desesperanza. Nuestra federación de Amigos de la Tierra se fundó hace 50 años basada en la idea de “movilizar, resistir, transformar” –que un grupo de amigas/os movilizadas/os puede cambiar el mundo.

Hace tres años, en Amigos de la Tierra Países Bajos decidimos asumir un gran riesgo. Decidimos demandar ante la justicia y enfrentar en los tribunales a una de las principales empresas petroleras del mundo, exigiendo no sólo indemnización, sino que cambien su manera de operar teniendo en cuenta al clima.

Sólo nos quedan algunos años para tratar de impedir que el aumento de la temperatura mundial supere los 1,5 grados Celsius y evitar los peores impactos de la emergencia climática. La gente en todo el mundo está emprendiendo acciones para reducir las emisiones, pero según se informa, tan sólo 25 empresas de combustibles fósiles y entidades de propiedad estatal son responsables por más de la mitad de las emisiones de gases de efecto invernadero liberadas a la atmósfera. Al continuar extrayendo combustibles fósiles están socavando la posibilidad de evitar una catástrofe climática.

Shell, una empresa británico-holandesa con sede en La Haya, Países Bajos, es uno de los mayores contaminadores del clima en el mundo. Shell sigue extrayendo petróleo en Nigeria, y aunque dice que cumplirá con las metas del Acuerdo de París, es responsable de una pasmosa cantidad de gases de efecto invernadero: en el año 2020 generó 1380 millones de toneladas de CO2.

Mucha gente en Países Bajos y en todo el mundo quiere acciones contra el cambio climático. Desde el inicio, queríamos que esta demanda judicial fuera “del pueblo vs. Shell”, y por eso abrimos el proceso al público y se sumaron 17,379 ciudadanas/os de Países Bajos y seis organizaciones como co-querellantes. A diferencia de Shell que cuenta con sobrados recursos para encarar cualquier acción en los tribunales, nuestra demanda se financió por entero colectivamente con aportes del público, más que nada pequeñas donaciones.

A sabiendas de que las operaciones de Shell y sus impactos ocurren en todo el mundo, decidimos enfocarnos en sus operaciones a nivel mundial, apelando a la solidaridad de las/os millones de seguidoras/es de Amigos de la Tierra Internacional que organizaron cientos de acciones, tradujeron incontables comunicados de prensa y firmaron peticiones masivas. Todo para ayudarnos a ganar la batalla más importante, la de la opinión pública.

Nuestra demanda por el clima contra Shell está basada en argumentos jurídicos similares a los de la histórica demanda climática de Urgenda en 2019 contra el Estado de Países Bajos, cuando el tribunal de apelaciones de Países Bajos sentó precedente al dictaminar que el hecho de no cumplir con las metas climáticas constituye una violación de los derechos humanos y le ordenó al Estado reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero al menos un 25% antes de fines de 2020.

Nosotras/os argumentamos que Shell está violando su obligación de cuidar o ‘deber de cuidado’, y que representa una amenaza para los derechos humanos al socavar, a sabiendas, las posibilidades de mantener el aumento de la temperatura en el mundo por debajo de 1,5 grados Celsius. Específicamente, acusamos a Shell de violar los Artículos 2 y 8 de la Convención Europea de Derechos Humanos: el derecho a la vida y el derecho al respeto de la vida privada y familiar.

Y ganamos.

El veredicto es inédito porque es la primera vez que un tribunal obliga a una gran empresa contaminante a cumplir con el Acuerdo de París sobre el clima. En su dictamen, la jueza confirmó que Royal Dutch Shell es causante del cambio climático peligroso. Para quienes venimos denunciando desde hace mucho tiempo el gran poder de las grandes empresas que les ayuda a actuar con impunidad, que la jueza reconociera la enorme influencia que tiene Shell –y que ahora debe usar para cumplir con este fallo— es algo que recibimos con mucho agrado. Independientemente de que la recurra o no, Shell debe cumplir de inmediato con la sentencia, porque su política climática actual es insuficiente.

Esperamos que la sentencia reciente contra Shell desencadene una ola de litigios por el clima contra otras grandes empresas contaminadoras, para obligarlas a cesar de extraer y quemar combustibles fósiles. Esto se suma a la ola creciente de demandas judiciales para exigirles cuentas a los gobiernos. Ponerle freno a la crisis climática es responsabilidad de los Estados y las grandes empresas –ambos tienen responsabilidades propias. Un ejemplo reciente es la victoria sin precedentes en Alemania, donde el tribunal superior alemán dictaminó que el límite de 1,5 grados establecido en el Acuerdo de París es constitucionalmente vinculante, y obligó al gobierno a cumplir con él y tomar medidas. El tribunal estudió la política climática actual del país, halló que es simplemente insuficiente y exigió planes de acción concretos y expeditos –muy semejante a lo que ocurrió en nuestra demanda contra Shell.

Hoy es un día de esperanza: si nos juntamos para exigir un cambio, nosotras/os, el pueblo, podemos ganar. Este no es el comienzo ni será el fin de la larga lucha por una vida digna para todas y todos y por la justicia climática y social. En las calles, los parlamentos y los tribunales de todo el mundo, seguiremos manifestándonos, denunciando y combatiendo a quienes están destruyendo nuestro mundo.

Donald Pols es director de Amigos de la Tierra Países Bajos.
Este artículo fue publicado por primera vez en The Independent el 2 de junio de 2021.