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¿Qué impacto ha tenido la pandemia de Covid19 en los pueblos, las comunidades y los aliados con los que trabaja Amigos de la Tierra? ¿Cómo han ayudado – o todo lo contrario, dañado – las intervenciones gubernamentales a nuestras comunidades, y cómo hemos reaccionado nosotros?

Durante los meses de septiembre a noviembre de 2020 Amigos de la Tierra Internacional y Radio Mundo Real invitaron a compañeras de todo el mundo a compartir sus experiencias de la pandemia en mesas redonda en la radio, en inglésespañol y francés. Nos contaron las estrategias que han adoptado los gobiernos y las organizaciones de base, y reflexionaron sobre lo que nos dice la crisis sobre el sistema político y económico actual. Por último, ofrecieron sus análisis sobre opciones para una reconstrucción mejor después de la pandemia.

En este artículo presentamos una visión general de los temas principales y las lecciones aprendidas que aparecieron en los debates.

IMPACTO DE LA PANDEMIA

La pandemia, y las respuestas a ella, no han tenido el mismo impacto en todo el mundo.

“Si bien la pandemia del covid en un principio demostró lo vulnerable que somos todas, todos y todes, un virus no va a discriminar si eres del Norte, del Sur, si eres pobre o rico… Rápidamente se estableció que las condiciones materiales sí generan diferencias en los impactos del covid.” – Alejandra Laprea, Venezuela.

Los países más pobres y las personas más pobres – mujeres, pueblos indígenas, la clase obrera y los trabajadores de primera línea – suelen ser los más afectados por la pandemia. Estos grupos – que suponen miles de millones de personas en todo el mundo – no solo han sufrido más el impacto de la covid19 en su salud, sino que además han acusado los efectos de las medidas tomadas por los gobiernos y la caída económica provocada por los confinamientos. De pronto, el hambre y el desempleo se han convertido en parte del día a día de millones de personas, poniendo de manifiesto la precariedad del sistema económico y las desigualdades e injusticias en que se cimenta.

Los efectos inmediatos sobre la salud y los sustentos son claramente visibles en todos los lugares donde hay presencia de Amigos de la Tierra . Por ejemplo, en el Sudeste de Asia son las comunidades de migrantes las que más están sufriendo. “Lo hemos visto en Indonesia, Singapur, Malasia, incluso en la India, cuando el gobierno anunció el confinamiento y cantidades ingentes de personas tuvieron que caminar enormes distancias de vuelta a sus pueblos, porque no había trabajo en las ciudades,” dice Meena.

En Filipinas, las comunidades indígenas han sufrido gravemente los efectos de la cuarentena. “Dependen tremendamente del mercado moderno, para vender sus productos y para mano de obra no cualificada,” dice Jayson. “Con el confinamiento, los ingresos se congelaron. Mucha gente vive con su sueldo diario, sin ahorros y con muy pocos bienes físicos. En la región de las tierras altas se pasó hambre.”

El impacto de la desigualdad es desgarrador en Brasil. “Nosotros somos un país bastante desigual: entonces todas esas políticas de falta de movilidad han afectado unas partes, unas clases,” dice Tchenna. “Las primeras muertas eran gente trabajadora de sectores como la minería. La gente que está en trabajo informal, que es la mayoría, no tiene ingresos, entonces es una crisis muy grave, una crisis de hambre, y no hay políticas, no hay estado para esta gente.”

“Dado que partimos de una situación de profunda desigualdad,» dice Karin, “eso lleva a que algunas clases sociales, las mujeres, los pueblos indígenas, las comunidades afrodescendientes, las y los migrantes, sean los que más sufren la crisis.”

Las estructuras sociales y económicas subyacentes crean vulnerabilidad

La crisis ha llegado en un momento de austeridad en muchos países, cuando las estructuras sociales y de sanidad ya están muy debilitadas. “Eso hace que se agrave más la situación,» dice Rosa, en Costa Rica. «Los niveles de desigualdad son muy altos, así también el desempleo. También vamos viendo cómo se van agravando más los servicios esenciales, salud, educación, alimentos.”

El nivel de preparación para emergencias que tengan los sistemas sanitarios resulta crucial. “Filipinas, en general, y su sistema sanitario en particular no estaban preparados para enfrentarse a esta crisis, de manera que la respuesta fue lenta y deficiente,” dice Jayson. “Tenemos menos de 1500 hospitales, 65% de los cuales son privados. La atención hospitalaria es un lujo en Filipinas.”

En general, los habitantes de países de renta media y alta pueden estar sufriendo menos: Meena indica que el acceso público a las instalaciones sanitarias en Malasia, por ejemplo, ha sido “bastante bueno”. Pero las desigualdades son abrumadoras incluso en países de renta más alta. Según Liliane, en España “hay desigualdades cuando se trata de quedarte sin trabajo, de manera temporal o permanente. Hemos visto una crisis en las residencias de la tercera edad, donde no se dado prioridad al bienestar de las personas.”

En resumen, la raíz de los impactos sanitarios y económicos está en la política. Las tasas de infección y mortandad, y también las de seguridad económica, se han visto tremendamente influidas por las desigualdades preexistentes, por el estado en que se encuentran los sistemas sanitarios y por las respuestas de los gobiernos.

Tchenna, desde Brasil, sugiere que son las decisiones políticas las que subyacen tras la capacidad de un país para proteger la salud de sus habitantes:»Hemos visto en Latinoamérica distintas respuestas de los gobiernos, que son más comprometidos con el pueblo, los intereses colectivos, gobiernos que hacen inversiones en sectores muy claves como la salud. Y aquí tenemos el muy bueno ejemplo de Cuba, que tiene inversiones en la salud, con una gran cantidad de médicos.” Alejandra, en Venezuela, añade: “hay pueblos que estamos organizados, hemos estado de alguna forma resistiendo a una guerra y al bloqueo, y eso nos ha dado una ventaja, porque nos ha permitido reaccionar más como un colectivo, más rápido y tener medidas de contención andando.”

Impactos sobre las mujeres

Las mujeres están sometidas a una tensión extrema, en numerosos frentes; se enfrentan a una crisis de cuidados, una mayor carga doméstica y un aumento de la violencia. En un momento en el que los hombres están perdiendo sus empleos y se hace difícil abastecerse de alimentos, la vida se ha complicado para muchas mujeres que manejan los presupuestos domésticos.

En Costa de Márfil las mujeres son las más afectadas de las familias, dice Larissa. “Cuando el esposo se queda sin trabajo, es la mujer la que cubre las necesidades de la familia.” También desempeñan un papel importante en todo lo que tiene que ver con la agricultura, del campo al mercado.

También suelen ser las mujeres las que se encargan de la escolarización en casa. En Paraguay las mujeres tienen “una sobrecarga de actividades, debido a que el sistema educativo pasó a ser un sistema virtual, vía whatsapp. La mama pasó a ser a su vez educadora en casa, y cuando hay más que un hijo, eso se complicaba más. Y un solo celular, a veces sin conectividad.”

Las participantes de Venezuela, Costa Rica y Filipinas subrayan que las mujeres han sufrido un aumento de violencia de género. Juliette dice que la explosión de violencia doméstica contra las mujeres demuestra que la crisis está exacerbando “violaciones preexistentes”. “Lo único que nos queda con la cuarentena es el machismo del patriarcado,” dice Perla. Y añade que las instituciones venezolanas están siendo negligentes en la protección de las mujeres víctimas de violencia.

Impactos inmediatos sobre el medio ambiente

Algunos países han visto inmediatamente impactos directos en su entorno local.

En Ghana, a la gente que abandona las ciudades para regresar a las zonas rurales no les queda mucho donde escoger, aparte de implicarse en actividades como la minería ilegal.  “Esto está destrozando nuestros ecosistemas, nuestra agua y nuestros bosques. Y los jóvenes también están participando en talas ilegales,” dice Amos.

También en Filipinas las presiones económicas han provocado un aumento de las actividades ilegales en las tierras altas. Según Jayson, “Más caza furtiva, más comercio ilegal de animales salvajes.”

En Costa de Marfil algunas comunidades rurales cuyo acceso a los mercados se ha visto restringido por los confinamientos han empezado ha utilizar abonos químicos, en un esfuerzo por aumentar la productividad, según Larissa.

Más allá de las respuestas inmediatas de las comunidades, a las que puede no quedarle más remedio que explotar los recursos locales, existe la preocupación de que los gobiernos opten por utilizar parches rápidos, que resultarán nocivos para el medio ambiente a largo plazo. En Ghana se teme que la prospección petrolera en tierra – que ha sido rechazada durante mucho tiempo por motivos medioambientales y sociales – pueda ahora ser acelerada sin el consentimiento de las comunidades locales.

Quisiera mencionarlos como se está aprovechando este escenario para promulgar políticas que comodificen y financializen la naturaleza creando nuevas relaciones, incluso poniendo la naturaleza como generadora de riqueza, diciendo que para poder controlar el tema del desempleo es importante generar estas otras formas de relación, que llevan impactos negativos sobre los bienes comunes.

Las respuestas gubernamentales varían según la riqueza y las opciones políticas

La brecha económica entre los países de renta alta y baja se refleja claramente en el impacto que está teniendo la pandemia y cómo están respondiendo los gobiernos.

Por ejemplo, en Francia y el Reino Unido – ambos de renta alta -, se introdujeron rápidamente medidas como subsidios de desempleo parciales para gran cantidad de la población. “A pesar de que la crisis económica que se desencadenó después golpeó duramente a mucha gente, hay más ayudas sociales que en otros países,” comenta Juliette sobre la respuesta del gobierno francés. Malasia es otro de los países de renta media que ha conseguido lanzar un paquete de estímulos económicos.

Aunque los gobiernos del Norte global están recurriendo a préstamos cuantiosos para financiar sus medidas de apoyo, su postura no es en absoluto comparable a los del Sur, que ya arrastran deudas impagables y ajustes estructurales. “Entonces en la medida de que existen políticas de ajuste de carácter neoliberal, como está pasando en muchos países de América latina y Caribe” dice Karin, “lleva a que los impactos de la pandemia sean claramente muy desiguales, y se va a una mayor vulneración de derechos fundamentales y a una mayor destrucción de nuestros territorios y medios de sustento.”

Según Aldrin, “En los países donde los recursos son realmente escasos, como sucede en Haití, algunos negocios no han recibido nada de apoyo gubernamental y están cerrando. Los empleados tienen que irse a casa.” Paraguay ha contraído nuevas deudas para poder responder a la covid19. Ghana inicialmente asignó 100 millones de dólares a la infraestructura estatal, decidió construir otra unidad de cuidados intensivos en Accra y otorgó préstamos a pequeñas y medianas empresas para mantenerlas abiertas. Pero a pesar de todo, el país vio cómo desaparecían cientos de miles de empleos durante el verano de 2020.

Alejandra, desde Costa Rica, explica que en algunos países de América Central la austeridad económica está exacerbando la crisis. La pandemia ha llegado “en un momento en el cual los sistemas de salud están bastante debilitados y los niveles de desigualdad y desempleo son muy altos. Vamos viendo cómo se va agravando la situación de los servicios esenciales, salud, educación y alimentos. Y no vemos las respuestas efectivas del gobierno.»

El instinto neoliberal de los gobiernos está empeorando la crisis para muchas personas. “Los privilegios se dirigen hacia el sector privado,» dice Alejandra. «Los derechos de los pueblos están siendo socavados. Estamos ante una ola de reformas ilegales que está revolucionando nuestros derecho de movilización, de huelga, de manifestación.”

Si a esto se le añade el autoritarismo, la mezcla es enormemente tóxica, como es el caso de Brasil. “El presidente ha anunciado la privatización de la salud pública. ¿Quién puede privatizar la salud pública en un momento de crisis de la salud?” se pregunta Tchenna.

Los países que no encajan con los paradigmas neoliberales se encuentran con obstáculos para responder a la crisis. Alejandra Laprea asegura que Venezuela “ha sufrido el recrudecimiento de las medidas de bloqueo, en mitad de esta crisis sanitaria global. Eso ha implicado dificultades para que el gobierno revolucionario acceda a los medicamentos, y sobre todo a los aparatos que son necesarios para dar la asistencia respiratoria.”

El fortalecimiento del neoliberalismo a expensas de lo público queda patente en los rescates de grandes empresas con sede central en Europa. Melik declara que los gobiernos “siguen defendiendo los intereses de la élite mundial, totalmente desconectada de la realidad. Estas ayudas parecen estar diseñadas para favorecer a las grandes compañías cotizadas, que siguen pagando dividendos a sus accionistas.”

En Francia, las grandes compañías han luchado por hacerse con lo que Juliette describe como “el maná del dinero público que se está ofreciendo para hacer frente a la crisis.” El estado francés le ha otorgado un préstamo de siete mil millones de dólares a Air France sin condiciones vinculantes, y se ha hecho con parte de la compañía para-petrolera Valorec – “una compañía que debería desaparecer como parte de la lucha contra el cambio climático,” afirma.

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Una activista marcando el 5º aniversario del Día Continental de la Democracia contra el Neoliberalismo en Porto Alegre, Brasil. © Heitor Jardim/Amigos de la Tierra Brasil

CÓMO ESTÁN RESPONDIENDO A LA CRISIS LOS GRUPOS DE AMIGOS DE LA TIERRA

La pandemia de covid19 ha suscitado un amplio abanico de respuestas de los grupos miembros de la federación – tanto en los temas que se están abordando como en la manera de hacerlo. Entre los puntos comunes cabe destacar la solidaridad y la organización colectiva para apoyar a las comunidades, creando rápidamente proyectos locales sobre el terreno para abordar los problemas inmediatos, garantizando a las comunidades acceso a la información y medidas de protección sanitarias, y desplazando el activismo, las formaciones y el desarrollo de capacidad al mundo virtual. Muchos grupos también han llevado a cabo análisis de lo que la crisis está revelando que hay que cambiar a largo plazo.

Cambio organizacional

Como todos los lugares de trabajo, los grupos de Amigos de la Tierra y las organizaciones aliadas han tenido que adaptarse ágilmente a la crisis sanitaria y las restricciones de desplazamientos, cuidando a los empleados y sus familias, pasando a teletrabajar en muchos casos. El grupo del Reino Unido se centró inmediatamente en la seguridad de su red de más de 200 grupos locales, y de las comunidades con las que trabajan. Crearon pautas para los grupos, basándose en la información gubernamental, suspendieron los eventos y actividades presenciales y celebraron seminarios de formación en línea para mostrar cómo se podían desplazar los eventos al mundo virtual.

En toda la red, los grupos han innovado con iniciativa locales, a pequeña escala. Amigos de la Tierra Haití organizó entregas de agua a familias, para evitar que la gente se concentrara en los puntos de suministro de agua. Alejandra, de Venezuela, creó un huerto urbano medicinal con los vecinos de su barrio. En Filipinas, la fundación de Jayson (vinculada a un consorcio para territorios y zonas conservadas por pueblos indígenas y comunidades locales), facilitó formación y ordenadores para las mujeres indígenas que de pronto tenían que facilitar la escolarización en línea de sus hijos.

Muchos, por supuesto, han recurrido a la tecnología digital, creando redes para compartir información relacionada con la salud pública – en Haití, Costa de Marfil y Filipinas, por ejemplo. También han utilizado canales digitales para seguir dando apoyo a organizaciones aliadas y comunidades, por ejemplo, en Haití, donde el grupo ayudó a comunidades a acceder a ayudas económicas a distancia.

Llevar la campaña al mundo virtual

En Europe los grupos transformaron los planes de campaña existentes para adaptarlos al trabajo en línea. “Nos reinventamos,” comenta Juliette. Dadas las restricciones sobre manifestaciones, Amigos de la Tierra Francia recurrió a las movilizaciones en línea para, por ejemplo, defender los derechos de los trabajadores a la protección sanitaria. “En una acción legal con un sindicato, conseguimos cerrar los almacenes de Amazon. Fue gracias a nuestra acción legal, pero también a la presión de una campaña de comunicación en redes sociales y con medios de comunicación,” concluye Juliette.

La crisis también ha creado trabajo nuevo. Reuniendo más de 30 organizaciones sociales, medioambientales y sindicatos de Francia, la coalición Nunca Más (#PlusJamaisCa) publicó un plan para salir de la crisis en el que se cubre la economía, la sanidad y otros campos. En Paraguay, La Vía Campesina llamó a la solidaridad bajo el lema #QuédateEnCasaNoEnSilencio.

Amigos de la Tierra Inglaterra, Gales e Irlanda del Norte han forjado nuevas alianzas. “De pronto veíamos que los trabajadores esenciales eran los que conducían los autobuses, las enfermeras del servicio de sanidad público, y que no han sido valorados por el gobierno,” explica Jamie. “Hemos intentado reivindicar sus derechos. Hemos intentado asegurarnos de que Amigos de la Tierra hacía suya la lucha de estos trabajadores, y no se limitaba a hablar de temas medioambientales o del cambio climático, demostrando cómo todas estas injusticias están interrelacionadas. Queríamos expresar nuestra solidaridad con los grupos y comunidades que se han visto afectados.”

La creciente brecha digital

El grupo del Reino Unido disponía de los recursos necesarios para hacer la transición a las campañas en línea rápidamente. “Reconocemos que somos unos privilegiados. Esta pandemia no ha afectado a todo el mundo por igual,” afirma Jamie. Otras participantes subrayaron la falta de conectividad y de acceso digital que sufren millones de personas como otra de las desigualdades que ha dejado patente esta pandemia.

Entre los principales miembros de Amigos de la Tierra Malasia se encuentran los pueblos indígenas del bosque de Sarawak. “No hemos podido desplazarnos hasta allá durante el confinamiento,” informa Meena. “En esas zonas, el acceso a Internet no es bueno. En el mundo rico hay fibra óptica, hay tecnología digital, y puedes tener clases en línea.”

LO QUE LA PANDEMIA DE COVID19 NOS DICE SOBRE LAS ESTRUCTURAS ECONÓMICAS Y SOCIALES EXISTENTES

El Sistema no tiene respuestas” – Tchenna, Brasil.

Los participantes señalan el papel que han desempeñado la pérdida de diversidad biológica y el sistema alimentario en la creación de las condiciones necesarias para que surja el virus. Pero recalcan que estos son, a su vez, producto de las injusticias subyacentes y los fallos estructurales en la política y la economía que tenemos que abordar para construir una recuperación justa.

“Un mundo descompensado”

Los orígenes de la pandemia son sistemáticos y globales. Se trata de una crisis relacionada con las demás crisis sistémicas – la crisis climática, de alimentación, del agua y de la diversidad biológica – que, para los participantes, son las que subyacen tras la pandemia de covid19. “Es indicio de que el mundo está descompensado; la manera en que esquilmamos el planeta, con los ricos expoliando los recursos a expensas de los pobres,” denuncia Meena. Es un sistema que “prioriza la acumulación de capital poniéndola por delante de los derechos de nuestros pueblos, por delante de la salud del planeta.”

“Es debido a este sistema que estamos viviendo una pandemia con estas características,» aporta Perla. «Este sistema no resuelve nuestras necesidades humanas, ni las del medio ambiente.”

La destrucción de los ecosistemas mediante la expansión de los agronegocios, la agricultura industrial, la minería, las actividades petroleras, las megarepresas, ha continuado a pesar de los repetidos avisos sobre los riesgos que creaban. “Sabemos que hay muchos virus que van a salir a la luz si invadimos hábitats que no deberían tocarse,” declara Meena.

Las cadenas de producción globales – sobre todo las alimentarias – han ayudado al surgimiento de la pandemia. “Y como estamos avanzando con estas cadenas de producción vamos a tener muchos más otros ciclos de virus en el mundo,” asegura Tchenna. “Lo que tenemos que repensar es el modelo productivo”

La fragilidad del modelo económico

Ese “modelo productivo” forma parte de la economía de mercado, que está resultando tener fallos cruciales por su excesiva dependencia en el consumismo y la reubicación de la producción. Melik menciona previsiones de que la economía global puede caer un 3% en 2020, poniendo en riesgo los sustentos de 1600 millones de trabajadores del sector informal. “La situación es peor en los países del Sur, cuyas economías dependen en gran medida de las exportaciones y/o el turismo,” explica.

El papel del sector privado emerge como problema básico. Juliette describe cómo en Francia la pandemia ha acentuado la influencia desmedida de las multinacionales en la toma de decisiones políticas. A las grandes compañías se les ha “invitado directamente a participar en células de crisis creadas por el gobierno, mientras que los sindicatos o las organizaciones de la sociedad civil han quedado al margen.” Los lobbies de los grandes negocios han aprovechado la crisis para conseguir dos cosas, indica. Por una parte, están presionando con sus demandas de desregulación, atacando las regulaciones sociales y medioambientales; y, por otra, “están intentando acaparar dinero de los paquetes de estímulos y planes de salida de la crisis.” También en el Reino Unido se han utilizado las ayudas estatales “de manera inadecuada, en términos de enormes rescates a industrias contaminantes,” añade Jamie.

El sector privado puede incluso beneficiarse del control sobre las vacunas y otros recursos sanitarios, avisa Meena. Las patentes y el Acuerdo de la Organización Mundial del Comercio sobre Derechos de Propiedad Intelectual y Comercio (TRIPS) pueden hacer que muchas medicinas resulten caras e inaccesibles para algunos países.

La intervención estatal demuestra su valía

Donde han fracasado los gobiernos es donde los estados han tenido que replegarse, a causa, en gran medida, de las condiciones impuestas por el FMI y el Banco Mundial. “En las últimas décadas, la mayoría de los estados se han visto privados de sus prerrogativas y medios, y se ha establecido un único modelo de desarrollo: el neoliberalismo,” declara Melik.

La parálisis económica resultante está afectando directamente a los derechos. Millones de personas se están viendo privadas del derecho a la vida, la alimentación, la salud, una vivienda saludable, la educación, el trabajo digno y un estándar de vida adecuado, aduce Melik. Esto es sobre todo así en “aquellos países que no tienen servicios públicos dignos de tal nombre, o que han recortado los presupuestos siguiendo los dictados de la supuesta “economía de mercado”.”

Allá donde los gobiernos disponen de recursos y voluntad, están mejor posicionados para enfrentarse a la pandemia que en los países donde la política o los recursos lo impiden. “Los países que han podido reaccionar han sido aquellos en los que la maquinaría del estado tenía inversiones que podía utilizar para ayudar a su pueblo, sobre todo en el campo sanitario, o incluso para ofrecer algún tipo de red de seguridad social,” expone Meena.

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Karin Nansen, Presidenta de Amigos de la Tierra Internacional hablando en una conferencia de prensa en la 3ª sesión del Tratado de las Naciones Unidas sobre las empresas transnacionales y los derechos humanos, en Ginebra, 2017. © Victor Barro/Amigos de la Tierra Internacional

¿CÓMO PODEMOS UTILIZAR ESTE MOMENTO PARA CREAR UNA RECUPERACIÓN JUSTA Y UN MUNDO MEJOR?

“Tenemos que poner en el centro la sustentabilidad de la vida,” – Karin Nansen

El cambio de sistema impulsado por la acción de las bases sociales y la solidaridad internacionalista resultarán cruciales para lograr derechos fundamentales y sistemas de energía y alimentos transformados, en los que las personas – y no los beneficios – serán soberanas. Los participantes subrayan la necesidad acuciante de cancelar la deuda, invertir en infraestructura verde, construir soberanía alimentaria, y desmantelar el poder de las multinacionales.

Una recuperación basada en justicia y derechos

La recuperación de la pandemia debe basarse en la justicia en toda sus dimensiones, en la soberanía de nuestros pueblos, en la construcción del poder popular, que permita realmente un cambio,” asevera Karin, la presidenta de la federación. Esto exige abandonar las políticas neoliberales, luchar contra los sistemas de opresión y avanzar en la cooperación multilateral y en el internacionalismo “para crear un nuevo acuerdo de carácter global, que nos permita enfrentar las crisis sistémicas, fortalecer la democracia y la realización de los derechos de nuestros pueblos.”

Esta nueva economía, según Karin, tiene que basarse en los principios de “solidaridad, de regenerar nuestros sistemas naturales y sus funciones, de recuperar mayores grados de soberanía como pueblos, y que se basa mucho en la organización social, y la defensa de lo público como fundamental, de servicios públicos para garantizar los derechos de nuestros pueblos.”

Es crucial transformar nuestro sistema energético . “Eso significa una economía no dependiente de los combustibles fósiles y un cambio en términos de quién controla, quién tiene la propiedad del sistema energético, quién toma las decisiones sobre cómo producir nuestra energía, para qué, y para quién. Tiene que ver con la energía como un derecho y no una mercancía,” detalla Karin.

Crear un mundo mejor también exige “repensar la forma en que gestionamos la biodiversidad, y la importancia de la gestión colectiva, comunitaria de la biodiversidad, de los bosques, de nuestras semillas y de todos los ecosistemas en el mundo, que son fundamentales para la vida,” apunta.

Un elemento esencial de todo es la economía feminista, subraya Karin, que significa revertir la división sexual del trabajo y “acabar con esta dicotomía entre producción y reproducción. Nuestros territorios deben ser espacios para la producción y reproducción de la vida. Lo público debe estar en función de la producción y reproducción de la vida. Es necesario romper con esa dicotomía entre sociedad y naturaleza, garantizar la autonomía económica de las mujeres y de una vez por todas hacer frente a esta crisis de cuidados que ha quedado manifiesta en la pandemia.”

Otras participantes aportan sus propias perspectivas a estas estrategias generales.

Derechos

Uno de los puntos focales para cualquier recuperación debe ser lo que Melik llama “los determinantes sociales de la salud.” Entre ellos se incluyen el derecho a la alimentación, la sanidad, la vivienda, la educación, el trabajo digno y un estándar de vida adecuado. “¿De qué les serviría la vacuna de la covid19 a las personas que pasan hambre o están malnutridas?” se pregunta. “De nada.” Por lo tanto, los derechos básicos tienen que implementarse “sin discriminación.”

En cuanto al derecho a la alimentación, Melik quiere que se dé prioridad a la cadenas de producción y marketing cortas. La Declaración de la ONU sobre los Derechos de los Campesinos, que plasma los derechos de las familias campesinas y otros productores de alimentos, aboga también por la soberanía alimentaria, es decir, el derecho de las personas a definir su propio sistema alimentario y agrícola, y el derecho a una alimentación saludable y en sintonía con su cultura, producida con métodos sostenibles que respeten los derechos humanos. “Esta declaración constituye una verdadera hoja de ruta para las autoridades públicas de este campo,” asegura Melik.

En lo que ser refiere a cómo avanzar en soberanía alimentaria, los participantes exploraron el trabajo realizado por La Vía Campesina. En él se reconoce el papel determinante que las mujeres desempeñan en la producción de alimentos, y el conocimiento que acumulan las comunidades campesinas, los pueblos indígenas, los pescadores y los nómadas. La construcción de la soberanía alimentaria también permite crear una nueva relación

“entre las clases populares del campo y la cuidad, y construir poder popular en torno al sistema alimentario,” afirma Karin. Tenemos que trabajar desde “la lógica del alimento como un derecho fundamental, y no como una mercancía.”

La Marcha Mundial de las Mujeres también percibe la necesidad acuciante de cambiar el sistema alimentario. La pandemia ha demostrado que “quienes alimentan el mundo son somos las mujeres y los varones y las diversidades sexuales que trabajan en los huertos urbanos. Los campesinos somos los que no hemos parado,” recalca Alejandra.

Los invitados de Camerún y Paraguay hicieron un llamamiento por una reforma agraria que apoye la soberanía alimentaria. En Camerún, por ejemplo, el gobierno debería implementar una reforma del terreno “inclusiva y que reconozca los derechos de los pueblos indígenas a las tierras y territorios que ocupan,” apunta Flora.” “El bosque es su principal fuente de ingresos.”

Financiar la recuperación

Para poder hacer una transición justa, alejarse de los combustibles fósiles y crear puestos de trabajo, los países más pobres van a necesitar apoyo financiero. Esto pasa por “medidas financieras como un plan Marshall mundial para el desarrollo realmente sostenible,” explica Meena. “Hemos visto que el mundo rico dice que van a retrasar los pagos de la deuda de los países pobres. Deberíamos cancelar la deuda.”

Se oyen llamadas a la acción relacionada con las finanzas a nivel nacional. En Francia, por ejemplo, Amigos de la Tierra ha abogado por la justicia fiscal – la regulación de las actividades bancarias, la fiscalización de las transacciones financieras – para que haya dinero disponible para enfrentarse a esta crisis y a otras,

En el Reino Unido la pandemia ha revelado que sí se pueden encontrar los recursos. “¿Queremos volver a los trabajos contaminantes? ¿Queremos invertir en la movilidad en bicicleta, en descarbonizar el sistema energético, en crear nuevos empleos a largo plazo, sostenibles?” pregunta Jamie. “La covid19 nos ha enseñado que cuando la humanidad se enfrenta a una crisis enorme, sí que podemos encontrar el dinero. Cuando los desafíos son enormes, conseguimos unirnos.”

Esto debe traducirse en solidaridad más allá de las fronteras. “No basta con centrarnos en nuestro propio país,” añade Jamie. Los que tienen más recursos tienen que facilitar ayuda, “ya sea ayuda sanitaria o económica, o buscando cómo podemos reconstruir nuestras economías nacionales y mundiales.”

Melik describe “la cooperación internacional de buena fe” como algo crucial. “Los estados que cuentan con recursos deben solidarizarse con los demás para garantizar que todo el mundo puede disfrutar de sus derechos humanos.”

El bien público o el beneficio privado

Volver a centrar la economía en el bien colectivo se presenta como un asunto primordial. Para Alejandra, la organización social y las estructuras políticas y estatales actuales se ven determinadas por la lógica de crear beneficios para unos pocos. “La respuesta tiene que ser más organización, construcción de más poder popular, más asumir liderazgo,” declara.

Tchenna considera que es más importante que nunca “avanzar con otros gobiernos, que sean de verdad comprometidos con una agenda política por el pueblo, un agenda de valorización de lo que es público.”

Una expresión de esto sería la unión de los esfuerzos de investigación, conocimiento y patentes a nivel internacional. “Una vez que tengamos vacunas seguras y medicinas seguras, deberían ser fácilmente accesibles para la población mundial,” asevera Juliette. “Que no haya negociaciones malsanas que beneficien a la industria farmacéutica.”

El poder de las corporaciones en su sentido más amplio está siendo cuestionado. Según Juliette, ha llegado el momento de desmantelar la arquitectura de impunidad de la que disfrutaban las multinacionales – “en particular el mecanismo de protección y resolución de disputas, ISDS, al que han recurrido en numerosas ocasiones las multinacionales durante la crisis.”

Melik recalca el papel que debe desempeñar una sociedad civil realmente independiente a la hora de volver a centrar el poder y trabajar por la justicia social y medioambiental y por la implementación de todos los derechos humanos – “siempre que la sociedad civil se escape de las influencias de las políticas partisanas de los gobiernos y del sector privado, naturalmente.”

El papel del conocimiento local e indígena

La superación de la pandemia es una oportunidad para crear un futuro mejor, pero también puede alimentar las desigualdades existentes y las fuerzas de destrucción medioambiental. Por ejemplo, las comunidades indígenas y rurales de Camerún que no tienen acceso al jabón ni a los geles hidroalcohólicos han dependido de la farmacopea tradicional durante la crisis. Sin embargo, estos conocimientos pueden verse amenazados a medida que las presiones por reanimar la economía se centran en los recursos forestales. Lo que hace falta, dice Flora, es el reconocimiento del estatus y los derechos de los pueblos indígenas.

Los pueblos indígenas de las tierras altas de Filipinas, entre tanto, deberían atraer inversión gubernamental para apoyar los sustentos y los empleos verdes. Según Jayson, esto debería ir acompañado de inversiones en los bosques que quedan. “Esto podría, potencialmente, sacarles de la pobreza y, a la vez, proteger nuestros recursos naturales y reforzar la resiliencia del país contra futuras pandemias y contra los impactos negativos del cambio climático.”

El historial de la sociedad civil y Amigos de la Tierra

Entre el abanico de sendas para la recuperación que identificaron los participantes, muchos se fundan en el trabajo que Amigos de la Tierra, sus aliados y las comunidades vienen haciendo desde mucho antes de la pandemia.

“Muchos de nosotros hemos estado presionando a nuestros gobiernos para que hicieran lo necesario – no rescatar las corporaciones, sino ayudar a los sectores más pobres de la sociedad, asegurarse de que la gente puede alimentarse,” expone Meena.

“Hemos estado presionándoles para que reconozcan las soluciones medioambientalmente sostenibles de las que llevamos hablando mucho tiempo,” afirma, “las opciones por las que Amigos de la Tierra Internacional y sus miembros de todo el mundo han estado haciendo campaña en todos los aspectos de nuestras economías y nuestras vidas.”

Los tres programas de radio pueden escucharse en la página web de Radio Mundo Real:

Programa en inglés, con:

  • Jamie Peters, Amigos de la Tierra Inglaterra, Gales e Irlanda del Norte.
  • Meena Ramen, Sahabat Alam Malaysia (SAM)/Amigos de la Tierra Malasia y Red del Tercer Mundo (Third World Network).
  • Jayson Ibanez, Fundación Águila Filipina (Philippine Eagle Foundation).
  • Amos Yesutembul, Amigos de la Tierra Ghana.

Programa en francés, con:

  • Aldrin Calixte, Haití Survie/Amigos de la Tierra Haití.
  • Flora Lamero, Centro por el Medio Ambiente y el Desarrollo (CED)/Amigos de la Tierra Camerún.
  • Melik ÖZDEN, Europa Centro por el Tercer Mundo (CETIM), Suiza.
  • Juliette Renaud, Amigos de la Tierra Francia.
  • Larissa Yapo, Jóvenes Voluntarios por el Medio Ambiente (Jeunes Volontairs pour l’Environnement, JVE) Costa de Marfil.

Programa en español, con:

  • Perla Alvarez, Coordinadora Nacional de Asociaciones de Mujeres Campesinas e Indígenas (CONAMURI) parte de CLOC-La Vía Campesina, Paraguay.
  • Alejandra Laprea, Marcha Mundial de las Mujeres, Venezuela.
  • Tchenna Masso, Movimiento de los Pueblos Afectados por las Represas (MAB), Brasil.
  • Karin Nansen, Presidenta de Amigos de la Tierra Internacional, con base en Uruguay.
  • Alejandra Rozas, Coecoceiba/Amigos de la Tierra Costa Rica.
  • Liliane Spendeler, Amigos de la Tierra España.

Los facilitadores de los debates fueron:

  • José Elosegui, Radio Mundo Real.
  • Kwami Kpondzo, Amigos de la Tierra Togo y África.
  • Madeleine Race, Amigos de la Tierra Internacional.

Escrito por Adam Bradbury.