De estacionamiento para autos a huerta urbana: El crecimiento sostenido de la horticultura comunitaria en Penang, Malasia

Con el caos provocado por la pandemia del COVID-19 que hace que la atención se dirija a las fuentes locales de alimentos, les llegó la hora a las huertas urbanas, especialmente en el estado malayo de Penang, donde un pequeño proyecto de huerta urbana creado por la Asociación de Consumidores de Penang (CAP) marca la pauta desde hace más de una década.
En septiembre de 2020, el primer ministro de Penang, Chow Kon Yeow, presentó lo que supuestamente era la primera huerta urbana comunitaria autosustentable de la ciudad. Equipado con riego automático, cultivos hidropónicos verticales, paneles solares, sistemas de recolección de agua de lluvia y de desechos cero, se anunció que el proyecto ubicado en la Biblioteca Digital de Penang era capaz de alimentar a 400 familias con cada cosecha. El proyecto, de aproximadamente 185 metros cuadrados de tierras convertidas, fue pensado para ser el primero de 100 centros similares en todo Penang.
Si creyeras al pie de la letra los titulares, no dudarías en pensar que las huertas urbanas son un concepto nuevo en la región, pero en realidad distan de serlo. Aun así, la ambición del esquema apoyado por el estado podría considerarse una reivindicación de los años de trabajo de la Asociación de Consumidores de Penang (CAP).
Desde el año 2004, la CAP cultiva frutas, vegetales y hierbas, investiga y desarrolla métodos agroecológicos y capacita a una gran comunidad de agricultoras/es urbanas/os. Y si bien la iniciativa del gobierno ha mostrado señales de sufrir de demasiada dependencia de la tecnología moderna, la huerta urbana de la CAP ha aprovechado bien los conocimientos locales y tradicionales y la innovación de las/os agricultoras/es.
Beneficios de la agricultura urbana
Incluso antes de la pandemia, se calculaba que aproximadamente el 15% de los alimentos a nivel mundial eran cultivados en zonas urbanas. Las restricciones de movimiento, los precios que suben y los ingresos que se desvanecen sólo aumentan las presiones para innovar.
Los proyectos urbanos de cultivo de alimentos tienen claros beneficios para las comunidades, el medioambiente y la economía: pueden apoyar la seguridad alimentaria, proporcionar frutas y vegetales nutritivos libres de sustancias químicas y cultivados localmente a costos accesibles para los hogares urbanos pobres; y su huella ambiental puede ser relativamente benigna, por ejemplo, pueden aprovechar las aguas residuales y los residuos domésticos compostables. A nivel comunitario pueden contribuir a la cohesión social. Para las personas, la horticultura y el cultivo de alimentos tienen un valor terapéutico demostrable.
El hecho de transformar las tierras vacías de una ciudad en tierras productivas es, sin embargo, clave para el concepto de huerta urbana. Esto es definitivamente lo que sucede en el caso del próspero proyecto de huerta urbana de 1000 metros cuadrados creado por la CAP que solía ser un estacionamiento de automóviles cerca de una de las principales intersecciones de carreteras de Penang.
Aquí había un estacionamiento

Irónicamente, era un estacionamiento que la CAP tuvo que construir, afirma la encargada de investigación Mageswari Sangaralingam, o Mages, al recordar los inicios del proyecto en el año 2004. “Cuando nos mudamos a este edificio, el gobierno local nos exigió construir un estacionamiento para los automóviles del personal. No tuvimos opción, tuvimos que pavimentarlo.
Pero apenas tomaron posesión del lugar, bajo la dirección de su difunto presidente el Sr. S. M. Mohamed Idris, la CAP excavó los adoquines y “revivió toda el área. De un área pavimentada, se convirtió en esto», dice Mages, señalando la pequeña parcela en el terreno de un edificio colonial que se mantiene en pie. “Agregamos abono ecológico, compost y no trajimos tierra de ningún otro lado. Nos llevó unos tres años antes de poder comenzar a cultivar en este predio».
“Inicialmente este lugar estaba vacío y comenzamos lentamente a desarrollarlo”,
afirma su colega Theeban Gunasekaran, que trabaja en la CAP desde hace casi 20 años. Hoy en día, el proyecto produce alimentos, fertilizantes y compost, lleva a cabo investigaciones y proporciona información y capacitaciones al público y pequeñas/os agricultoras/es. Cuenta con un equipo de cinco funcionarias/os, dos de ellas/os trabajadoras/es agrícolas y tres personas encargadas de la capacitación.
Los frutos de su trabajo

Como parte del proyecto se cultiva ocra (dedos de dama) de forma rotativa. “Después de este cultivo plantamos otro cultivo diferente y luego otro. La rotación de cultivos mantiene fértil el suelo”, afirma Theeban. Allí se cultivan ocho tipos de banana, caña de azúcar, papaya, rambután (manzana rosa), variedades de berenjena, vegetales de hoja y tubérculos. Hasta ahora se han cultivado 65 tipos de vegetales en la huerta. Tiene un árbol nativo de moringa, conocido como el árbol milagroso, del cual se usan todas sus partes, incluida la resina, flores, hojas y ramas.
“La cabra es nuestra científica”

Las frutas frescas y vegetales pueden ser los productos que más llaman la atención, pero todo comenzó con las hierbas, afirma Theeban. “Tenemos alrededor de 47 tipos de hierbas, todas usadas por la población malaya”. Entre ellas menciona a la albahaca morada, hojas de curry, orégano francés, aloe vera, centella, té de Java (Orthosiphon aristatus) (que se usa para tratar dolencias del riñón, hígado y vejiga), chiretta verde (Andrographis paniculata) (para ayudar con la fiebre, dolor de garganta y resfríos), nim (que se usa para repeler plagas), kalanchoe o chancapiedra (Phyllanthus niruri) (en malayo se le dice portadora de hijos por las semillas que tiene debajo de sus hojas) que tiene efectos antivirales y antibacterianos. “De todas estas hierbas, un cuarto de ellas las usamos en la agricultura, como repelente de plagas”.
Usar hierbas como repelente de plagas natural encarna la filosofía del proyecto.
“Decimos que “la cabra es nuestra científica”: si hay algo que la cabra no come, lo podemos usar como repelente de plagas”, dice Mages.
Plantar determinados cultivos juntos también puede ayudar a controlar las plagas: la ocra crece al lado del Lagundi (Vitex negundo), que atrae a los insectos. “Les damos alimentos alternativos a los insectos que se encuentran cerca para que no se coman el cultivo”, nos cuenta Mages. “Te doy comida, no molestes nuestro cultivo», agrega Theeban. “De lo contrario, la guerra entre el ser humano y las plagas es interminable».
Otros métodos de control de plagas incluyen colgar botellas con agua y pescado salado. “Las moscas de la fruta ingresan a la botella, quedan atrapadas y se ahogan”, explica Theeban.
Proteger a los cultivos de alimentos contra las aves y murciélagos es un gran desafío para las/os pequeños productores locales. “Un pájaro puede comerse una papaya entera”, dice Theeban. “Las aves y murciélagos son muy astutos, saben exactamente cuándo comer algo». La solución de bajo costo de la CAP es cubrir la papaya con papel de diario.
No se trata sólo de controlar las poblaciones de insectos, sino de buscar un equilibrio mutuamente beneficioso, para los servicios de polinización, por ejemplo. “Si ves una mariposa, significa que hay orugas. Si queremos a la hermosa mariposa tenemos que sacrificar nuestra planta, y necesitamos a las mariposas para la polinización. Así que sacrificamos algunas de las plantas”.
Por cierto, el equipo necesita que haya invertebrados en la huerta para las tareas de investigación. “Queremos que las plagas vengan y luego podemos averiguar cómo manejarlas”, afirma Theeban. “Usamos remedios naturales tales como pimentón, ajo y jengibre picado, lo diluimos y lo rociamos en la planta, y así nos deshacemos de las cochinillas que pueden matar una planta en cuestión de semanas.
Fertilizantes y compost
Cuando se trata de nutrición vegetal, nuevamente el enfoque de la CAP es trabajar con la naturaleza y recursos fácilmente disponibles. Al igual que los proyectos de agroecología que SAM apoya en Sarawak, la huerta urbana de Penang es experta en la producción de fertilizantes caseros y compost libre de sustancias químicas. Algunos ejemplos de estos fertilizantes son los microorganismos eficientes nativos (MEN), la solución de huevo crudo y jugo de lima y las soluciones de aminoácidos y pescado fresco.

El proyecto utiliza varios métodos para hacer compost. La granja también produce vermicompost usando lombrices. “A las lombrices les gusta una atmósfera oscura, no les gusta la luz. Durante 20 días, las lombrices se comen todo y luego sale el humus de lombriz a la superficie”, dice Theeban. “Alimentamos a las lombrices con estiércol de vaca, les encanta el estiércol de vaca».

Theeban explica el método de compostaje de cuatro tanques, que requiere poco mantenimiento y es el que prefieren las/os agricultoras/es locales: “El sistema se mueve en el sentido de las agujas del reloj. En primer lugar hacemos el primer tanque. Recogemos todos los desechos de nuestra huerta de este proyecto y de otros lugares, por ejemplo, cuando la gente corta el pasto. Llenamos el primer tanque. Una vez que está lleno rociamos agua y esparcimos la solución de MEN y agregamos estiércol de vaca. Esto permite un compostaje más rápido.
“Luego pasamos a llenar el segundo tanque. En el momento en que el segundo tanque está lleno, el primero se habrá descompuesto. Esto lleva aproximadamente un mes. Luego soltamos a las lombrices en el primer tanque. Cuando las lombrices terminan su trabajo en el primer tanque, el segundo estará listo para las lombrices, que luego pueden pasar al segundo tanque a través de agujeros en las paredes de cemento. Las lombrices se mueven de uno a otro tanque cuando quieren». El mismo sistema se aplica en los cuatro tanques.
“Tenemos que variar los alimentos, ya que las lombrices se aburren si siempre tienen la misma comida”, dice Theeban. “Una de nuestras agricultoras nos dijo que se la variemos con bagazo de caña de azúcar. Si les das mucho del mismo alimento, se irán para encontrar otra cosa para comer. Así que les damos tallos de banana y cambiamos continuamente su alimento: cáscaras de papaya y banana, cualquier cosa de la huerta que podamos mezclar».
Ingresos
La lombricería se transformó en una pequeña fuente de ingresos. “Comenzamos con 10 lombrices», dice Mages. “Luego empezamos a criarlas, y se las dábamos a la gente. Solíamos regalarlas, pero luego comenzamos a pedir una donación mínima. La gente las cuida si pagan por ellas”.
El proyecto vende la producción de la granja al público y al personal directamente.
“Cuando tenemos el taller de huerta casera también vendemos los productos e insumos agrícolas, y otras agricultoras y agricultores de cultivos orgánicos vienen y venden sus productos aquí”.
También hacen compost para vender, comprando tierra y enriqueciéndola con su propio fertilizante. Lo ofrecen en bolsas, con un descuento para los clientes que devuelven la bolsa para que pueda reutilizarse. “También lo vendemos en baldes”, dice Mages. “Por un balde cobramos 12 ringgit por 5 kg de tierra mixta. Si quieren más, vuelven con el balde y les cuesta 10 ringgit”.
Sin desechos
El proyecto se rige por una ética de no desperdicio.
“Tratamos que el público incorpore el concepto de cero basura, en lugar de macetas podemos usar recipientes reciclados. No es necesario comprar una nueva maceta cada vez”.
La CAP capacita a otras personas para que hagan su propio compost, presando siempre atención al costo y el uso eficiente de los recursos. “En lugar de alentar a la gente a que compre pescado para elaborar la solución de aminoácidos y pescado, les decimos que busquen desechos de pescado o sus vísceras, ya que eso lo pueden conseguir gratis. Luego tienen que conseguir melaza o azúcar moreno».




Uno de los rasgos clave del proyecto de huerta urbana es demostrar que la población urbana de Malasia, en rápido crecimiento, puede cultivar sus propios productos prácticamente en cualquier lugar, un pequeño patio, un balcón, la esquina de una calle.
Capacitación y educación
Todos estos conocimientos desarrollados a lo largo de los años perderían valor si se mantuvieran en secreto. Así que la CAP tiene un programa de capacitación y educación activa para el público y agricultoras/es. Las personas encargadas de la capacitación provienen principalmente de áreas urbanas de Penang, pero algunas son de otros estados y de toda la isla. La CAP también ha realizado capacitaciones para agricultores/as, comunidades locales y comunidades indígenas en otros estados como Sarawak y Sabah en la isla de Borneo. Incluso han llevado agricultoras/es al Sur de India, donde el propio Theeban recibió su capacitación. Cada estado de India tiene sus propios métodos, afirma Mages. “Aprendemos de ellos y luego los adaptamos a nuestra situación y clima local”.
Cuando regresan a Malasia, las personas que recibieron capacitación de la CAP se convierten en multiplicadoras/es, difundiendo los métodos en sus propias comunidades.
“Creamos esta huerta urbana para que puedan aprender cómo manejar las plagas en sus granjas y cómo manejar todo como un negocio, obtener ganancias, de lo contrario, ¿por qué habrían de usar estos métodos las/os agricultoras/es?
No solamente agricultoras/es vienen a capacitarse. “La gente llega con toda su familia, vienen hogares enteros, a veces tres generaciones. Hemos comprobado que quienes se interesan por los talleres son sobre todo las mujeres. También ofrecemos programas específicos para mujeres. Normalmente comenzamos con temas de salud y cómo las sustancias químicas están presentes en nuestra vida diaria, en los alimentos que comemos, las cosas que usamos. Luego hablamos sobre el manejo de residuos y después hacemos demostraciones de compostaje, cómo mezclar la tierra, métodos de cultivo, etc.”.
Con la mirada siempre puesta en el futuro, la CAP también trabaja con escuelas. “Las/os niñas/os aprenden sobre agricultura, horticultura, por qué las lombrices son importantes, por qué tienes que mantener la tierra saludable y qué puedes hacer con los desechos de la cocina, de la granja, de la huerta. A veces las escuelas compran plantas en nuestro centro, o si tenemos fondos se las regalamos”.
Theeban agrega: “Le enseñamos a la gente cómo consumir y usar estos productos, qué usar en caso de fiebre, resfríos”. Parte del aprendizaje de la CAP está plasmado en un libro: “De la huerta al plato”, que describe las hierbas que pueden usarse como remedios y cómo se preparan.
“Mucha gente empezó a cultivar sus propios alimentos durante el confinamiento por la pandemia del COVID-19 y se encontraron con el problema de las plagas. Así que publicamos un nuevo libro sobre el manejo de plagas”, dice Mages.

De hecho, la demanda de capacitación del público es tan grande que el equipo realiza talleres todos los meses. Y con el aumento constante de la población urbana en Malasia, parece poco probable que la avidez por los conocimientos y métodos de la CAP pasen de moda. Por el contrario, el interés creciente tanto del público como del estado en medio de la pandemia del COVID-19 sugiere que la agricultura urbana pasará a ser una práctica masiva.
El lugar dista mucho del estacionamiento vacío donde se encontraron Theeban y Mages hace más de una década.
“Si hubo alguien que se quejó porque la mayoría de los autos del personal ahora están estacionados afuera en la calle lateral», recuerda Mages. “Pero la autoridad local vino y dijo que era una buena iniciativa. De un estacionamiento a una huerta”.
Entrevistas y fotografías de Amelia Collins. Redacción adicional de Adam Bradbury.
Sahabat Alam Malaysia (SAM) o Amigos de la Tierra Malasia se fundó como organización independiente sin fines de lucro en 1977 y se incorporó a Amigos de la Tierra Internacional en 1983. La sede de SAM está ubicada en Penang en Malasia Peninsular y tienen una segunda oficina en Sarawak, en la isla de Borneo.
La Asociación de Consumidores de Penang (CAP) es una organización de base de la sociedad civil sin fines de lucro con sede en Malasia, que se fundó en 1969 para promover la conciencia crítica y la acción entre los consumidores para poder proteger sus derechos e intereses. La CAP lleva a cabo sus actividades desde su oficina en Penang y participa en tareas de educación, movilización comunitaria, investigación, incidencia, capacitación y publicaciones.