Pescadores que plantan árboles: en pos de revertir la deforestación de los manglares

Que un pescador plante árboles puede parecer extraño. Y cuando un grupo de pescadores comenzó a plantar mangles en la costa occidental de Malasia a fines de la década de 1990, hubo gente que se burló y dijo que estaban locos. Pero el tsunami de 2004 en el Océano Índico lo cambió todo. La deforestación de los manglares fue muy grave.
Entre la destrucción y el caos que azotó la región, algo quedó muy claro: las zonas donde seguía habiendo manglares habían sufrido la menor pérdida de vidas. “La gente comenzó a escuchar y a comprender la importancia de plantar mangles”, afirma Ilias Shafie, primero pescador y ahora presidente del primer grupo de silvicultores de mangle, la Asociación de Bienestar de Pescadores Costeros de Penang (PIFWA).
Hoy en día, PIFWA puede afirmar que ha plantado 300.000 árboles de mangle y ha capacitado a miles de personas en el arte y la ciencia de la silvicultura de mangles. El trabajo de revertir la desaparición de este frágil hábitat del que dependen muchos medios de sustento cobra cada vez más fuerza.
Un equipo de Amigos de la Tierra Internacional visitó la zona para aprender por qué el cultivo de árboles y la pesca son aliados naturales.
Por qué son importantes los manglares
Los bosques de mangle no sólo ofrecen refugio a las comunidades costeras contra las tormentas tropicales. Desde Asia a América Central, son claves para ecosistemas, economías y culturas enteras. Además de estabilizar las orillas y reducir la erosión de los suelos, son hogar de innumerables especies de plantas y animales, proporcionan madera y otros productos forestales no madereros, y son sostén de los caladeros y la riqueza piscícola.

Sin embargo, estas áreas únicas liminales de agua salada sufrieron un grave declive en las últimas décadas. En América, los manglares están desapareciendo con mayor celeridad que los bosques tropicales. En la última mitad del siglo, se destruyó o taló el 50% de los bosques de mangle del mundo (más de 30 millones de hectáreas).
“La agricultura y el desarrollo son las principales amenazas”, dice Ilias, que como pescador fue testigo en la década de 1980 de cómo la cría industrial de camarones y la pesca costera de arrastre empezaban a barrer con los manglares y se convertían en una amenaza para su medio de sustento. Cuando se enteró que existía una organización cuyo objetivo era apoyar a gente como él, no dudó en sumarse. En el año 2006 ya era el presidente de PIFWA.

Ilias y PIFWA tienen mucho trabajo por delante. Los bosques de mangle se encuentran amenazados por todos los flancos. Si no son talados para dar paso a la cría industrial de camarones, el desarrollo de infraestructuras, la industria o el turismo, pueden ser víctimas de la cosecha excesiva de madera, pulpa de celulosa, carbón o incluso forraje para alimentar animales. La pesca de arrastre ilegal dentro de la zona costera de cinco millas es un problema desde hace décadas. La contaminación producida por petróleo y sustancias químicas acaba con los árboles y las poblaciones de animales que viven allí. Luego están los cambios a gran escala en el paisaje: el riego, los cambios en la salinidad, las represas que modifican el curso de los ríos y el ascenso del nivel del mar. La destrucción de los arrecifes de corales, que sirven de barrera de protección para los manglares, representa otra amenaza.

La esfera de influencia de PIFWA no abarca todas estas amenazas. Pero Ilias y sus colegas pueden plantar, vigilar, educar y trabajar en red. “La gente sigue talando los manglares para hacer carbón, pilotes y leña, y los taninos se usan como pigmentos. Así que PIFWA planta árboles y los monitorea”, dice Ilias. El monitoreo es necesario para evitar que los árboles sean talados y para garantizar que los bosques sobrevivan.
Reunida por primera vez hace más de un cuarto de siglo, PIFWA fue creada con la ayuda de la Asociación de Consumidores de Penang y Amigos de la Tierra Malasia / Sahabat Alam Malaysia para ayudar a los pescadores costeros, aquellos que trabajan en la faja de cinco millas de mar desde la costa y usan métodos de pesca tradicionales. Ellos capturan peces, langostinos y cangrejos, pero también pescan moluscos y crustáceos, algunos de los cuales se encuentran en los bosques de mangle. Algunos pueblos pescadores costeros también desarrollan actividades derivadas, tales como la elaboración de pescado salado o pasta de camarones.
La cantidad de miembros de PIFWA creció de forma tan rápida que tuvieron que organizarse, llevar a cabo reuniones periódicas y restringir la membresía para poder manejar el grupo eficazmente. Ese proceso incluyó constituirse como asociación en 1994, asegurándose así el reconocimiento oficial.
En la actualidad, aunque el número de miembros se mantiene en 30, incluidos 10 integrantes de la comisión directiva y un grupo de mujeres, PIFWA brinda apoyo y formación a miles de pescadores, estudiantes y miembros de la comunidad que no son miembros de la asociación. Es una fuerza a tener en cuenta, reconocida internacionalmente por su papel en la salvaguarda de la biodiversidad costera.
Para SAM, la relación con PIFWA forma parte de un programa enfocado en la protección de los recursos pesqueros y los ecosistemas marinos y costeros frente a actividades destructivas como ganarle terreno al mar, el desarrollo de la acuicultura y las prácticas de pesca insustentables.
Regeneración contra la deforestación de los manglares
Una actividad clave es plantar y cultivar mangles, y PIFWA lleva a cabo cerca de 30 sesiones de cultivo al año.
Originalmente, los miembros de PIFWA iban a una reserva forestal para recolectar semillas. Hoy en día producen sus propias semillas a partir de plantas madre. También comparten las semillas con otras comunidades.

De las aproximadamente 50 especies conocidas de mangle, el proyecto de PIFWA incluye decenas de ellas, que pueden dividirse en tres tipos principales: las que fijan el suelo y ayudan a evitar la erosión; las que constituyen zonas de cría para los peces; y las que proporcionan alimentos tales como té, mermeladas y fruta.



Toma casi tres años para que un árbol de mangle madure desde el momento en que se lo planta. La tasa de supervivencia de los árboles plantados en este proyecto es del 90%, mientras que en otros lugares puede ser apenas del 10 o 20%. Ilias atribuye gran parte de este éxito al hecho que PIFWA dispone de un vivero donde protegen y cuidan a los retoños antes de trasplantarlos. Una vez plantados, los cuidan y protegen de los cangrejos y los monos.

Programa de educación sobre manglares
El programa de educación popular y difusión de PIFWA es otro factor de su éxito. “Otros grupos de plantación de mangle dirigidos por el gobierno no incluyen capacitación y aprendizaje”, afirma Ilias. Y los/as niñas/os tampoco aprenden sobre los manglares en la escuela porque no están incluidos en el currículum. “El gobierno dice que los incluirá en el currículum escolar, pero eso no ha sucedido aún”. PIFWA ha dado un paso al frente para llenar ese vacío.
Desde 2012, cuando el grupo terminó la construcción de un centro de educación y conservación, con subvenciones del Programa de Pequeñas Donaciones (PPD) del Fondo para el Medio Ambiente Mundial (FMAM) en Malasia, 10.000 personas han visitado el lugar para aprender sobre el cultivo del mangle y el cuidado de los manglares y la amplia variedad de recursos que proporciona este hábitat único. PIFWA realiza exposiciones, recibe pasantes y promueve que las personas que se están capacitando metan las manos en el lodo.
El carácter práctico de la capacitación –aprender plantando— es más efectivo que estudiar sólo con libros, dice Ilias. “Y al involucrarse, la gente adquiere más sentido de pertenencia”.
Esto no quiere decir que PIFWA haga caso omiso de otras maneras de informar y aprender. Se han hecho libros, banderines, folletos y videos sobre recursos costeros y pesca tradicional con el apoyo de la Agencia Danesa de Desarrollo Internacional (DANIDA) y el Programa de Pequeñas Donaciones del Fondo para el Medio Ambiente Mundial (PPD FMAM) en Malasia.
Todos los años, PIFWA lleva a cabo dos talleres para pescadores y tres talleres de mujeres. Y su alcance se está ampliando en Malasia y otros países como Camboya, Laos, Vietnam y Sri Lanka. Viajar fuera de Malasia también les ofrece a los/as integrantes de PIFWA la oportunidad de aprender cómo se lleva a cabo la silvicultura de mangles en otros lugares.
PIFWANITA, el grupo de mujeres

Unos pocos años después de su creación, PIFWA tuvo la intención de incluir un grupo de mujeres, pero enfrentó problemas ya que algunos políticos no estaban de acuerdo y esto frenó su movimiento. Finalmente en 2013 se creó el grupo de mujeres PIFWANITA. Las mujeres se reúnen aparte y proponen planes a PIFWA para recaudar fondos. Pero esta separación estructural no significa que las mujeres no estén plenamente involucradas en el trabajo del proyecto.

Las integrantes de PIFWANITA hacen trabajo de conservación y educación y promocionan los manglares como un recurso ambiental y generador de ingresos para las comunidades. Elaboran productos sustentables tales como mermeladas, té y medicinas tradicionales, a partir de los productos naturales que encuentran en el bosque.

Siempre alertas
Un eje importante del trabajo de PIFWA ha sido llevar un registro de los barcos de pesca de arrastre que ingresan ilegalmente a la zona costera de cinco millas y agotan las poblaciones de peces y otras especies. Los pescadores crearon una patrulla nocturna que toma fotos, filma e informa de esos barcos al Departamento de Pesca, lo que parece haber contribuido a disminuir las actividades ilegales.
Un efecto secundario interesante parece haber sido la mejoría de la relación entre PIFWA y las autoridades. En sus inicios, a la organización le costó obtener aprobación oficial y en un momento corrió el riesgo de que le cancelaran su acreditación. Actualmente, PIFWA es considerada una especie de modelo por el papel que pueden desempeñar las organizaciones comunitarias en la protección del medioambiente y los medios de sustento. PIFWA defiende esta función no sólo a través de su programa educativo, sino también a través de su enérgico trabajo en redes, por ejemplo, la Jaringan Bertindak Nelayan Pantai Semenanjung (JARING), una red de comunidades costeras que SAM ayudó a fundar.
Transformación
La recuperación y restauración de manglares degradados lograda por PIFWA ha transformado el ecosistema de humedales en el área, revitalizando la biodiversidad y permitiendo que las comunidades pesqueras de la costa mantengan su modo de vida en el lugar. Hay estudios que sostienen que las poblaciones de moluscos, crustáceos y cangrejos en los manglares han aumentado y que la pesca en los cursos de agua cercanos también ha mejorado.
Se estima que hay 812.000 hectáreas de manglares destruidos o degradados en 106 países y territorios que podrían restaurarse. Si el objetivo es por lo menos aproximarnos a esa meta, la experiencia, pericia y conocimientos y trabajo de las mujeres y hombres de PIFWA serán de vital importancia.
Entrevistas y fotografía de Amelia Collins. Redacción adicional de Adam Bradbury.