¿Qué está en juego?

En todo el mundo, la naturaleza y las comunidades enfrentan múltiples crisis. El capitalismo también está atravesando graves problemas.

La naturaleza y las comunidades que dependen directamente de ella están amenazadas por el cambio climático, la escasez de agua, la destrucción de la biodiversidad, la deforestación y la acidificación de los océanos. Las crisis del capitalismo responden en parte a que la demanda de nuevas oportunidades de inversiones atractivas supera la oferta. Las naciones se las ven a gatas entre tanto para proteger las condiciones de vida del planeta con leyes ambientales mundiales sin aumentar los costos de la producción industrial.

El PNUMA, el Consejo Empresarial Mundial para el Desarrollo Sostenible, el Banco Mundial y otros actores que promueven la ‘economía verde’ afirman que «el crecimiento verde» o ecológico resolverá estas múltiples crisis de una vez por todas. Afirman que el crecimiento verde aliviará a los Estados de las cargas financieras cada vez mayores que representa la protección del medioambiente, mientras que solucionará los daños ambientales ya ocasionados por las grandes empresas y su  destrucción de la naturaleza.

El «crecimiento verde», sin embargo, redefine el concepto de «ecológico» o verde, no el de «crecimiento»: Se describe a la naturaleza en el lenguaje del capital financiero para que se ajuste mejor a la economía verde. Esta economía verde requiere de una idea flexible de «naturaleza». Una naturaleza que esté dividida en distintos «servicios ecosistémicos» que puedan cuantificarse, medirse, y por sobre todo, dividirse en unidades independientes, para que se puedan obtener ganancias a partir de la venta de derechos a estas unidades independientes de naturaleza.

A esto le llamamos financierización de la naturaleza.