Realizamos campañas contra los acuerdos de comercio e inversiones agenciados por las grandes empresas que anteponen el lucro a las personas y el planeta. Ejemplo de tales regímenes son el Acuerdo de Asociación Transpacífico (Trans-Pacific Partnership, TPP), el Acuerdo de Comercio de Servicios (Trade in Services Agreement, TISA) y el Acuerdo de Asociación Económica Integral Regional (Regional Comprehensive Economic Partnership, RCEP). Hay también el mecanismo de arbitraje de diferencias estado-inversor (conocido por ISDS del inglés Investor-state dispute settlement).

Estos acuerdos de “libre” comercio transfieren poderes colosales a las empresas transnacionales a las que se les otorgan privilegios y protección de sus inversiones, a menudo a puertas cerradas. Estos acuerdos perjudiciales limitan nuestra capacidad de hacer frente al cambio climático y a las desigualdades sociales, al perpetuar nuestra dependencia de las industrias contaminantes y conducirnos a una carrera hacia el abismo. Al permitir e incluso promover la explotación desregulada de los recursos naturales, obstaculizan nuestros esfuerzos por proteger las selvas y bosques del mundo, los medios de vida, las tierras y territorios de los pueblos, así como las políticas nacionales soberanas en función del interés público.

¿Hay alternativas a esos acuerdos comerciales?

Trabajamos en pos de un nuevo sistema de comercio basado en la cooperación entre los pueblos y no en la competencia, que promueva redes de comercio justo y directo entre productores/as y consumidores/as, priorizando los sistemas locales y regionales; una política comercial que promueva empleos decentes, la sustentabilidad ambiental, los derechos humanos, energías más responsables y la soberanía alimentaria.